Resumen IEF segundo semestre 2023





Los riesgos del escenario macrofinanciero externo han aumentado respecto del Informe anterior. Las tasas de interés de corto y largo plazo se han elevado significativamente, respondiendo a la reaceleración de la economía e inflación en EE. UU. y las preocupaciones por la situación fiscal de ese país. Sumado a un contexto geopolítico complejo, las perspectivas para la economía global siguen siendo una fuente relevante de riesgos. De intensificarse un escenario de tasas de interés de largo plazo más alta, y un ajuste monetario más prolongado en las economías desarrolladas, las condiciones financieras para emergentes se estrecharán aún más. Pese a que no se han registrado nuevas tensiones en los sistemas financieros de las economías desarrolladas, se mantienen las vulnerabilidades en algunos segmentos. En lo interno, la resolución de los desequilibrios macro sigue avanzando, lo que pone en un mejor pie a la economía chilena ante el deterioro del escenario global. A la reducción de la inflación y de las tasas de interés de corto plazo, se suma una caída en el endeudamiento de las empresas y una normalización de los indicadores financieros de los usuarios de crédito. En todo caso, se observa heterogeneidad entre los distintos actores de la economía. La actividad crediticia se siguió contrayendo, coherente con el estado del ciclo, mientras que el costo del crédito comenzó a caer en plazos en los que tiene mayor incidencia la política monetaria menos restrictiva. La banca local cuenta con liquidez, provisiones y capital suficiente para enfrentar escenarios de tensión severos. No obstante, al igual que el resto de los agentes de la economía, es importante que continue fortaleciendo sus capacidades para enfrentar nuevos eventos adversos. También es necesario que siga preparándose para los próximos desafíos, como el vencimiento de las políticas de apoyo establecidas durante la pandemia (FCIC), el aumento del riesgo de crédito y la convergencia a Basilea III. Un deterioro de las condiciones financieras externas representa el principal riesgo para usuarios y oferentes de crédito locales. Ello, reafirma la necesidad de continuar adoptando medidas orientadas a fortalecer la resiliencia y capacidad del sistema financiero de amortiguar eventos adversos.

SITUACIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO

Los riesgos del escenario internacional se han incrementado y siguen siendo la principal fuente de preocupación para el escenario macrofinanciero global. El principal cambio ha sido el estrechamiento y volatilidad de las condiciones financieras mundiales . Entre otros factores, esto se ha asociado al dinámico desempeño de la economía de Estados Unidos –con sus consecuencias para la evolución futura de su inflación– y un escenario de incipientes dudas sobre la evolución fiscal en ese país. A esto se ha sumado la incertidumbre vinculada a las condiciones geopolíticas tras los eventos ocurridos en Medio Oriente y la posibilidad de escalar a un conflicto regional.

En este contexto, las tasas de interés de largo plazo estadounidenses han aumentado significativamente, lo que se ha transmitido al resto de las economías, incluida la chilena. Desde el último Informe –mayo 2023–, la tasa a diez años plazo de EE. UU. subió 150 puntos base (pb), situándose en niveles que no se observaban desde 2007, en un entorno global con alto endeudamiento público y corporativo (Grafico 1.1). En el mismo período, las tasas de interés a 10 años plazo de economías emergentes y desarrolladas anotaron aumentos en torno a 85 y 50pb, respectivamente.

Por otro lado, la Reserva Federal (Fed) ha reforzado el mensaje de una restricción monetaria prolongada, sin descartar nuevas alzas de la tasa de fondos federales. Todo esto ha aumentado la diferencia en la trayectoria inflacionaria y de política monetaria entre economías. Así, mientras en el mundo desarrollado el proceso de convergencia inflacionaria se encuentra más atrasado, en el emergente ha avanzado más rápido y sus políticas monetarias muestran perspectivas de menor restricción.

Tras un período de mayor optimismo, en los últimos meses, los mercados financieros globales han dado cuenta de un menor apetito por riesgo, fortaleciendo el dólar y afectando negativamente el precio de los activos más riesgosos. Comparado con inicios de septiembre de este año, el dólar –DXY– subió cerca de 3% y el indicador de riesgo global –VIX– aumentó (Grafico 1.2). En el mismo período, las tasas soberanas de economías desarrolladas se incrementaron en torno a 45pb –con un aumento de 78pb en EE. UU.– mientras las tasas soberanas de emergentes lo hicieron en torno a un 70pb. En tanto, las bolsas emergentes presentaron pérdidas de forma generalizada, acumulando caídas en torno a 7% promedio.

 
Gráfico 1.1: Tasas soberanas a 10 años
(porcentaje)
 
(*) Desarrollados incorpora: Noruega, Suecia, UK, Australia, Canadá, Dinamarca, Singapur, Corea, Zona Euro, y Estados Unidos. Emergentes incluye: Colombia, Perú, México, Brasil, Chile, Tailandia, Sudáfrica, Turquía, Hungría, Polonia, India e Indonesia. Fuente: Banco Central de Chile en base a información de Bloomberg.
Gráfico 1.2:Índices de volatilidad implícita
porcentaje; índice)
 
(*) VIX: volatilidad implícita en opciones a un mes sobre el S&P500. MOVE: índice de volatilidades implícitas en opciones a un mes sobre bonos del Tesoro de EE. UU. a 2, 5, 10 y 30 años. Fuente: Banco Central de Chile en base información de Bloomberg
 
 

El mercado financiero chileno ha incorporado esta mayor percepción de riesgo global, observándose un incremento en el costo del financiamiento de largo plazo para todo tipo de agentes. Las tasas de los papeles soberanos han tenido aumentos relevantes desde septiembre a la fecha –por sobre las economías emergentes y avanzadas. Dichos aumentos se ubicaron en torno a los 100pb, tanto en términos nominales como en UF. Para el sector corporativo también se anotan incrementos relevantes. Tras alzas en torno a 100pb en promedio desde septiembre a la fecha, las tasas en UF a 10 años de este tipo de instrumentos se ubican cerca de los valores más altos de los últimos 15 años. Las tasas de los créditos hipotecarios han subido en torno a 25pb y se encuentran cercanas a 4,5%, uno de los valores más altos desde 2013 (Grafico 2.1). Con todo, el costo de financiamiento de corto plazo –particularmente en el segmento comercial– ha disminuido, en línea con el patrón de transmisión tradicional de la política monetaria local (Grafico 2.2).

 
Gráfico 2.1: Tasas de créditos hipotecarios y BCU-10
(promedio móvil 4 semanas, puntos porcentuales)
 
Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 2.2: Tasas de colocación promedio comerciales y SPC
porcentaje)
 
Banco Central de Chile.
 
 

El peso se ha depreciado, siguiendo la evolución global del dólar, el menor diferencial de tasas de interés y el deterioro de los términos de intercambio. Así, comparado con inicios de septiembre, el tipo de cambio es cerca de 8% más alto, esto sin considerar que durante octubre alcanzó niveles superiores a los actuales. Las medidas multilaterales también han tenido aumentos relevantes, con alzas de entre 6 y 7% desde inicios de septiembre. En los últimos días, tras la comunicación y decisiones del Banco Central y la evolución de los mercados globales, el peso se ha apreciado, ubicándose en torno a $875. Por su parte, la bolsa local ha descendido, acoplándose a la tendencia mundial.

La volatilidad del mercado accionario y del tipo de cambio se ha incrementado en lo reciente, también siguiendo las tendencias de los mercados externos. En el caso del tipo de cambio chileno, su volatilidad sigue estando en la parte alta dentro del grupo de economías emergentes, en un contexto donde esta ha aumentado generalizadamente entre países. Por su parte, la incertidumbre económico y política tuvo cambios acotados, aunque ubicándose en niveles altos en perspectiva histórica, mientras que la volatilidad de las tasas de interés permanece en niveles similares al Informe anterior pese al incremento del nivel de las tasas anteriormente mencionado.

El estrechamiento de las condiciones financieras globales encuentra a la economía mundial en una etapa de crecimiento acotado, con elevados riesgos de un deterioro mayor y menores perspectivas de expansión para los próximos años. De acuerdo con las proyecciones del IPoM de septiembre, en 2023 el crecimiento de la actividad económica global se ubicará por debajo su promedio de los últimos 20 años, y las perspectivas para 2024 reflejan una desaceleración adicional, tanto en economías desarrolladas como emergentes. Así, mientras en las economías desarrolladas el crecimiento del PIB pasaría de 1,3 a 0,1% entre 2023 y 2024, en las emergentes lo haría de 3,8 a 3,5% en el mismo período. A esto se suman algunos factores de riesgo que pueden deteriorar estas perspectivas, destacando la reaceleración de la inflación y la actividad en EE. UU. y su efecto sobre la tasa de política monetaria y las condiciones financieras globales; tensiones geopolíticas y sus efectos sobre los precios de commodities; y la situación económica y financiera de China. Algunos de estos elementos ya se han ido produciendo.

Este entorno de mayores riesgos externos encuentra a la economía chilena en un mejor pie que hace algunos trimestres. La evolución de la actividad y el gasto –particularmente el consumo– da cuenta de que se han ido resolviendo los desequilibrios macroeconómicos acumulados en años anteriores. La inflación ha descendido desde los elevados niveles que alcanzó en 2022, afianzándose el proceso de convergencia a la meta. El ahorro nacional se ha recuperado en parte, con lo que el déficit de la cuenta corriente ha disminuido significativamente (Grafico 3.1). En este contexto, el Consejo inició el proceso de reducción de la Tasa de Política Monetaria (TPM), acumulando bajas por 225pb desde julio a la fecha.

Por el lado de las empresas, los menores desequilibrios se han traducido en una disminución de su endeudamiento agregado, producto de una caída en la mayoría de sus componentes. A junio de 2023, la deuda de las empresas alcanzó a 109% del PIB. A dicha fecha, los indicadores financieros de aquellas de mayor tamaño no mostraban grandes cambios, sin observarse descalces de moneda relevantes. En el margen, se ha apreciado una mejora en la situación financiera de las empresas, las cuales han reducido el uso de deudas de corto plazo. Este tipo de endeudamiento presenta un mayor nivel de riesgo, pues está expuesto a tasas elevadas en comparación histórica –coherente con el ciclo económico y la necesidad de reducir la inflación. En cuanto al cumplimiento de las obligaciones, los datos a septiembre muestran que la mora comercial sigue estabilizada, con aumentos mayores en los sectores comercio, construcción e inmobiliario, y en empresas que accedieron a créditos Fogape. De todos modos, se observan señales de aumento en los atrasos en el pago de deudas que podría anticipar mayor morosidad. Ciertos sectores regulados, como el de las ISAPRES, siguen presentando una situación de vulnerabilidad.

Los indicadores de endeudamiento de hogares han tendido a estabilizarse desde el Informe anterior reduciendo con ello la exposición a cambios en las tasas de interés, aunque persisten los riesgos asociados a un deterioro del mercado laboral. El menor dinamismo de los créditos rotativos junto con la reducción de la TPM ha disminuido la vulnerabilidad de los quintiles de menores ingresos a tasas de interés elevadas. Los grupos de mayores ingresos han mostrado cierto aumento en su carga financiera debido a los mayores pagos asociados a los créditos hipotecarios por la aún elevada inflación. El impago total exhibe cierta estabilización en el margen (Grafico 3.2). En lo venidero, un mayor deterioro del mercado laboral es el principal riesgo para la capacidad de pago de los hogares.

 
Gráfico 3.1: Cuenta corriente y ahorro de los hogares
(porcentaje del PIB)
 
Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 3.2: Tasa de incumplimiento bancario
(porcentaje de deudores de cada cartera)
 
(*) Q1 -Q4 hasta 1.350.000, Q5 entre 1.350.001 y 2.800.000. Para deudores bancarios que cotizan en AFP. Corresponde a impago de 90-180d para créditos de consumo y 180d-1a para créditos hipotecarios Fuente: Banco Central de Chile en base a información de CMF y SUSESO.
 
 

En el ámbito fiscal, la consolidación ha contribuido a la resolución de los desequilibrios macroeconómicos, mantener dicha senda es esencial para mejorar las condiciones de financiamiento para otros agentes de la economía. Luego de una década de incrementos de la deuda pública, los antecedentes expuestos en el último Informe de Finanzas Públicas indican que la deuda continuaría creciendo para estabilizarse en 41% del PIB en los próximos años. Mantener la consolidación fiscal, con gastos que sean coherentes con los ingresos estructurales de largo plazo, es fundamental para que la economía disponga de la capacidad para mitigar el impacto de futuros shocks, tal como lo señalado por el Consejo Fiscal Autónomo. El alza de las tasas de interés de largo plazo, en un contexto de mayores vencimientos de deuda fiscal en los próximos años, implica un mayor costo de renovación.

La actividad del crédito bancario permanece débil, incidida por el bajo dinamismo del segmento comercial (Grafico 4.1). Esta cartera ha seguido decreciendo desde el último Informe lo que se explica mayoritariamente por el menor impulso de demanda en el último año (Recuadro III.1). Asimismo, los créditos a los hogares mantienen un bajo dinamismo, especialmente la cartera de consumo y por la moderación en el margen de los flujos de crédito hipotecario.

La banca ha acumulado provisiones ante un eventual aumento del riesgo de crédito y cuenta con niveles adecuados de liquidez (Grafico 4.2). En los últimos meses, la morosidad de la cartera de consumo y comercial se ha estabilizado en niveles en torno a 2,7 y 2,2% de la cartera, respectivamente. Sin embargo, la banca mantiene un nivel de provisiones totales altas en perspectiva histórica. En tanto, la rentabilidad muestra una tendencia a la normalización, con una recuperación del margen de intereses que compensa el menor margen de reajustabilidad.

 
Gráfico 4.1: Crecimiento de las colocaciones
(variación real anual, porcentaje)
 
(*) Basado en estados financieros individuales. Cifras a abril en base archivos normativos. Consumo consolidado local incluye colocaciones de Sociedades de Apoyo al Giro. Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 4.2: Holguras de capital bajo escenario de tensión severo (*)
(porcentaje de activos ponderados por riesgo)
 
(*) Exceso de patrimonio efectivo sobre el mínimo regulatorio. Considera los límites particulares de cada banco. A partir del 2021 se consideran las SAG de consumo. Fuente: Banco Central de Chile.
 
 

DESARROLLOS DE REGULACIÓN FINANCIERA

Los eventos de marzo pasado en la banca internacional han sido objeto de un amplio debate, del cual se extraen las primeras lecciones de supervisión, regulación y resolución bancaria. Destaca la relevancia del monitoreo de riesgos de liquidez, gestión de riesgos de mercado (en particular, riesgos de tasa de interés) y efectividad de sistemas de resolución de bancos de importancia sistémica. Este debate, desarrollado en los principales foros de regulación internacional y economías más afectadas por los eventos de marzo, podría decantar en una redefinición de estándares de regulación global en el mediano y largo plazo.

Entre los desarrollos de política financiera local, destacan la aprobación de la Ley que Fortalece la resiliencia del sistema financiero y sus infraestructuras e inicio de implementación de Ley Fintec. Entre otros avances, esta permitirá ampliar el acceso a entidades no bancarias al sistema de pagos operado por el Banco Central (Sistema LBTR). Asimismo, el Banco Central contará con nuevas herramientas para gestión de liquidez, tanto en tiempos normales como en situaciones de estrés (Recuadro IV.1). Respecto de la Agenda de Regulación del Banco, se abrieron procesos de consulta pública avanzando en el desarrollo de nuevas iniciativas anunciadas en el Informe anterior: nuevas herramientas para la gestión de liquidez de los bancos al habilitar esquemas de securitización retenida para ampliar la disponibilidad de colaterales elegibles en operaciones con el Banco Central; incorporar resguardos apropiados para permitir el funcionamiento de nuevos modelos de negocios en el mercado de tarjetas de pago; y mejorar la gestión de información en la etapa final del proceso de modernización cambiaria.

PRINCIPALES RIESGOS

El Consejo estima que la evolución de las condiciones financieras externas es el principal riesgo a monitorear para la estabilidad financiera global.

Por un lado, no puede descartarse que su estrechamiento reciente se intensifique, pues respondería en parte a factores estructurales que podrían empeorar. Entre ellos, una posición fiscal más delicada en EE. UU., mayores necesidades de inversión para la transición energética y un menor ahorro en economías como China. En EE. UU., se mantienen además los factores de vulnerabilidad en la banca regional, más allá de que no se han observado nuevos episodios de turbulencias como las de marzo pasado. Se añade la reaceleración de la inflación en EE. UU., que gatillaría una mayor contracción monetaria, y podría empeorar las condiciones financieras para las economías emergentes.

Por otro lado, luego de años de tasas de interés en niveles bajos, la búsqueda de rentabilidad y la evolución de los mercados financieros podrían haber incubado vulnerabilidades en algunos sectores. Destacan los riesgos de reversión, particularmente en los precios de los activos riesgosos, que se mantienen elevados (GFSR, oct.23). Se añaden los riesgos de fragmentación financiera y tensiones geopolíticas, que siguen vigentes y que se han intensificado en lo más reciente. Esto podría afectar el apetito por riesgo global y, con ello, los flujos de inversión hacia economías emergentes. También es posible que se observen tensiones entre los intermediarios financieros no bancarios. En China, los riesgos financieros siguen cobrando relevancia debido a los desequilibrios estructurales del sector inmobiliario, que podría afectar los mercados financieros locales y repercutir de manera importante en las economías emergentes (Recuadro I.1).

Los ejercicios de tensión bancarios dan cuenta que la banca local se mantiene resiliente. Cabe señalar que, en consideración a las ya estrechas condiciones financieras externas, en este Informe se realizaron pruebas de tensión sujetas a shocks más exigentes que los usuales. Bajo este shock severo aún más intenso, en el cual la actividad se contrae abruptamente, se enfrenta a un aumento de los costos de fondeo y un deterioro de las condiciones financieras, el nivel de capital de los bancos es adecuado para absorber las pérdidas por la materialización de este escenario. No obstante, al igual que el resto de los agentes de la economía, es importante que continue fortaleciendo sus capacidades para enfrentar nuevos eventos adversos y abordar el vencimiento de las políticas de apoyo entregadas durante la pandemia.

La economía chilena ha avanzado en la resolución de los desequilibrios macroeconómicos de años previos, pero está enfrentada a un complejo escenario externo. El impacto en la economía chilena dependerá de la forma en que los mercados financieros respondan ante turbulencias externas. No es posible descartar que, ante un deterioro adicional del escenario internacional, se observe un incremento de la aversión al riesgo, gatillándose pérdidas y mayor volatilidad en los precios de los activos locales. Este riesgo aumenta por el hecho que los indicadores de profundidad de mercado continúan bajos en perspectiva histórica, lo que reduce la capacidad de amortiguar shocks externos. Un deterioro en las condiciones financieras podría afectar la actividad económica local, con impactos significativos en el mercado laboral y los ingresos.

El aumento de los riesgos externos reafirma la necesidad de continuar recomponiendo holguras y adoptando medidas orientadas a fortalecer la resiliencia de los agentes y del sistema financiero. La economía mundial se encuentra en una coyuntura compleja, que implica riesgos significativos para los países emergentes. Se suma una mayor inestabilidad a raíz de los conflictos geopolíticos. De esta forma, resalta la necesidad de continuar el proceso de recomposición de las holguras, que permitan enfrentar un contexto internacional más incierto, con posibles eventos adversos, sin poner en riesgo la estabilidad financiera y macroeconómica local. Este proceso es apoyado por el avance en el rebalanceo macroeconómico local, en el que destacan los primeros signos de un mayor ahorro de los hogares, junto con un adecuado balance de las cuentas externas y una continuidad en la senda de consolidación fiscal. Se agregan los desarrollos regulatorios orientados a fortalecer la resiliencia del sistema financiero, los que contribuirían a enfrentar de mejor forma dichos desafíos.

El Consejo ha decidido mantener el RCC en un nivel de 0,5% de los activos ponderados por riesgo (APR), el que será exigible a contar de mayo próximo. Al igual que en mayo pasado, cuando se activó el requerimiento, su mantención se adopta como una medida precautoria ante la elevada incertidumbre externa, en tanto, a nivel local el proceso de resolución de desequilibrios macroeconómicos continúa. El aumento de los riesgos externos mantiene vigente la posibilidad de un evento negativo extremo, que implique una disminución significativa del crédito. Contar con un colchón de capital previamente constituido, que pueda ser liberado al concretarse un evento de esta naturaleza, ayudaría a mitigar los impactos respecto de la provisión del crédito a hogares y empresas.

El uso del RCC y su relación con otras herramientas es aún materia de debate internacional. A lo largo de 2024, el Banco revisará el marco de aplicación del RCC, incluyendo una definición de su nivel neutral.