Resumen IEF primer semestre 2023





Las condiciones financieras se han deteriorado a nivel global y exhiben un grado de incertidumbre por sobre lo habitual respecto de su evolución futura. Tras un largo periodo de bajas tasas y amplia liquidez, el ajuste monetario reveló vulnerabilidades en la banca de ciertas economías desarrolladas. Las turbulencias iniciadas en marzo, producto de la quiebra de varios bancos, han sido mitigadas por la rápida y coordinada acción de las autoridades. Desde entonces, han aumentado los riesgos de episodios de corrección abrupta de los precios de activos y salidas de capitales, especialmente en economías emergentes. En un contexto donde puede ser necesario que la política monetaria se mantenga restrictiva por más tiempo en el mundo desarrollado, el sentimiento de mercado sigue frágil respecto de la banca de estos países y con dudas sobre la extensión y magnitud de las vulnerabilidades latentes. A nivel local, el impacto de estos eventos ha sido acotado, en una economía que continúa resolviendo los efectos de los desequilibrios macroeconómicos acumulados en años previos. En este proceso, la posición financiera de los hogares se ha estrechado, mostrando una tasa de ahorro negativa. Mientras, las empresas han seguido reduciendo su endeudamiento tras su paso por la pandemia. El mayor uso de tarjetas y líneas de créditos –entre hogares y empresas— se ha traducido en una mayor exposición a las tasas de interés, con un impago que ha vuelto a niveles prepandemia, y una situación que no sugiere la presencia de elementos de riesgo sistémico. La banca local cuenta con una posición de liquidez y solvencia suficiente para enfrentar el escenario de tensión y –frente a la coyuntura bancaria internacional reciente— se diferencia en términos de su modelo de negocios, regulación y supervisión. Durante la pandemia, los agentes utilizaron sus ahorros y se endeudaron para enfrentar la mayor crisis de los últimos tiempos. La recomposición de sus capacidades para enfrentar nuevos shocks se ha dado a distintas velocidades, siendo crucial que este proceso continue. Hacia adelante, resulta fundamental priorizar iniciativas que fomenten el ahorro y que fortalezcan la capacidad del sistema financiero para amortiguar eventos adversos.

SITUACIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO

Las condiciones financieras globales se han deteriorado en los últimos meses, apreciándose una elevada incertidumbre sobre su evolución futura. Tras un largo periodo de tasas de interés bajas y amplia liquidez, la normalización monetaria gatilló ajustes en la valoración de activos en el mundo (Grafico 1). En este contexto, desde marzo se han producido episodios de tensión en la banca de EE. UU., los que dejaron de manifiesto debilidades en la regulación y la supervisión, así como problemas en la gestión de riesgos de las entidades afectadas (Grafico 2). Si bien la reacción de las autoridades ha contenido dichas turbulencias, persisten dudas en el mercado respecto del sistema financiero en las economías desarrolladas, lo que se refleja en una elevada volatilidad, condiciones crediticias aún más restrictivas y precios de activos que no han revertido del todo las caídas vistas al inicio de estos episodios. Esto se da mientras la Reserva Federal y el Banco Central Europeo han seguido con sus procesos de ajuste monetario. En particular, en EE. UU. se han dado señales de una eventual pausa, mientras que en Europa se ha indicado que aún deben realizarse alzas.

 
Gráfico 1.1: Tasas de Política Monetaria
(porcentaje)
 
Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 1.2: Inflación subyacente
(porcentaje)
 
(*) Para América Latina corresponde al promedio simple de la inflación anual de Brasil, México, Perú y Colombia. Para Eurozona, el dato de noviembre corresponde a entrega preliminar. Inflación subyacente excluye alimentos y energía. Fuente: Banco Central de Chile en base a información de Bloomberg.
 
 
Gráfico 2: Evolución bursátil de los bancos más afectados en EE.UU y Zona Euro (*)
(índice, base 100=ene.20)
 
(*) Área sombreada corresponden a máximo y mínimo de la distribución. Los bancos considerados son los siguientes: New York Community Bancorp, Pacwest Bancorp, Western Alliance, First Horizon, Credit Suisse, UBS. Fuente: Banco Central de Chile en base a la información de Bloomberg.

El mercado financiero local no se ha visto especialmente afectado por las turbulencias externas. Desde el Informe anterior, las tasas de interés soberanas cayeron en torno a 120 y 60pb para bonos en pesos y UF, respectivamente, manteniéndose en torno a sus promedios históricos (Grafico 3.1) . Además, se observó una disminución del spread soberano. En el mismo período, los premios por riesgo corporativo y bancario aumentaron entre 5 y 30pb. La incertidumbre político-económica local se redujo de manera importante desde el Informe anterior, aunque en los días siguientes a los eventos de la banca internacional tuvo un leve aumento. Actualmente, el indicador se ubica algo por sobre su promedio histórico (Grafico 3.2). Por su parte, la volatilidad de las tasas de interés soberanas de largo plazo tuvo un incremento acotado. Las emisiones de bonos bancarios han mantenido su dinamismo en los últimos meses, mientras que en abril las corporativas presentaron una incipiente recuperación. En este contexto, los fondos de pensiones han sido los principales demandantes de estas emisiones y los fondos mutuos han aumentado la liquidez de sus carteras. Por su parte, la menor actividad del sector inmobiliario no ha tenido un impacto significativo en el desempeño de las compañías de seguros.

 
Gráfico 3.1:Tasas soberanas CLP/UF
(puntos porcentuales)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a RiskAmerica.
Gráfico 3.2: Incertidumbre económica y política
(índice, 1 enero 2012=100)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a Becerra y Sagner (2020).
 
 

En el agregado, el endeudamiento e impago bancario de las empresas se encuentra en niveles prepandemia. Al cierre de 2022, el descalce cambiario en las grandes empresas seguía acotado, mientras su posición financiera en general se normalizaba hacia niveles de 2019. Los márgenes operacionales –ingreso por ventas menos gasto en insumos— continúan bajo sus promedios históricos, aunque en lo más reciente muestran una recuperación. Esto se ha dado con mayor velocidad en las empresas más grandes. En los últimos meses, el crédito comercial ha seguido mostrando caídas en su variación anual, mientras el impago se ha mantenido al alza, ubicándose cercano al nivel prepandemia. El aumento sigue concentrado en empresas de los sectores comercio, construcción e inmobiliario; las de menor tamaño y las que optaron por la reprogramación de deudas y/o créditos FOGAPE (Grafico 4). Continúa la debilidad del sector construcción e inmobiliario, que enfrenta un mercado menos dinámico y mayores restricciones de financiamiento, tanto a proyectos inmobiliarios como a créditos hipotecarios.

Gráfico 4: Índice de Cuota Impaga
(porcentaje de las colocaciones de cada grupo)
 
(*) Empresas con financiamiento bancario local. No considera créditos a personas. Categorías de Reprogramados y Fogape no son excluyentes entre sí. Fogape corresponde a Fogape Covid y Reactiva. Fuente: Banco Central de Chile en base a información de CMF y SII.

En los últimos dos años la posición financiera de los hogares se deterioró, con una significativa reducción del ahorro, que llegó hasta niveles de -0,7% del PIB (Grafico 5.1).Las medidas de apoyo económico implementadas durante la pandemia, tanto por su naturaleza como por su magnitud, generaron un aumento transitorio y sin precedentes de la liquidez de los hogares. Esto impulsó el consumo agregado y disminuyó temporalmente la deuda y el impago de las personas –como se describe en el capítulo temático contenido en este Informe. Sin embargo, los desequilibrios macrofinancieros generados por el aumento abrupto y duradero del consumo agregado han sido significativos. Uno de ellos ha sido la elevada y persistente inflación. Estos desajustes también redujeron la riqueza financiera neta de los hogares. Al cierre del 2022, ésta llegó hasta 120% del PIB, nivel equivalente al de una década atrás (Grafico 5.2). Los retiros previsionales –que totalizaron 18% del PIB y representaron aproximadamente dos tercios del aumento de la liquidez– no solo tuvieron un efecto adverso en los ahorros de los hogares, sino que además elevaron el costo de financiamiento de largo plazo y redujeron la capacidad del sistema financiero para amortiguar shocks.

 
Gráfico 5.1: Ahorro bruto y consumo
(variación real anual – porcentaje, porcentaje del PIB)
 
Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 5.2: Activos Financieros netos de los Hogares
(anual, porcentaje PIB)
 
Fuente: Banco Central de Chile.
 
 

El impago de los hogares aumentó desde el Informe anterior, con mayor intensidad en deudas de tarjetas y líneas de crédito, y entre deudores de menores ingresos (Grafico 6). El crédito a personas sigue desacelerándose. Respecto del año anterior, en abril la deuda de consumo cayó en términos reales. Esto ocurrió con una reducción del componente rotativo, mientras que la hipotecaria exhibía un crecimiento moderado. La situación financiera de las personas de menores ingresos se ha vuelto más estrecha, con una mayor carga financiera producto del mayor uso de líneas y tarjetas de crédito, en un contexto de mayores tasas. Esto se ha materializado en un aumento más pronunciado de su impago en consumo, el que se ha concentrado precisamente en deudas rotativas. Por su parte, los hogares de mayores ingresos mantienen más liquidez y han aumentado su deuda hipotecaria, incrementando su impago en menor magnitud respecto del resto.

Gráfico 6: Tasa de incumplimiento bancario
(porcentaje de deudores de cada cartera)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a información de CMF.

Pese a la reciente estabilización del endeudamiento soberano, el espacio para enfrentar nuevos shocks adversos se ha estrechado. Esto se produjo tras una década de incremento sostenido, donde la deuda soberana pasó de 12 a 38% del PIB. De acuerdo con las proyecciones del último Informe de las Finanzas Públicas, a fines de 2027 la deuda pública se ubicará en torno a 41% del PIB. Mantener la consolidación fiscal es fundamental para mitigar futuros shocks sin superar el nivel prudente de deuda. Una trayectoria sostenible de endeudamiento mejora la percepción de riesgo de los inversionistas, y con ello reduce el costo de financiamiento para el resto de los agentes en la economía.

Las pruebas de tensión dan cuenta de la solvencia de la banca. Las colocaciones comerciales y de consumo muestran contracciones respecto al año previo, en línea con el ajuste de la economía (Grafico 7.1). Por su parte, la Encuesta de Crédito Bancario del primer trimestre indica que las condiciones de oferta continúan restringiéndose por mayor percepción de riesgo, y la demanda ha seguido debilitándose. El riesgo de crédito mantiene una tendencia al alza, especialmente en los segmentos de consumo y comercial, que se ubican en valores comparables a los vistos antes de la pandemia. La banca ha acumulado provisiones para enfrentar una eventual profundización de este desarrollo. Los resultados de los ejercicios de tensión muestran que el sistema se encuentra en una posición adecuada de solvencia y liquidez para enfrentar la materialización de escenarios tensionados (Grafico 7.2). No obstante, al igual que el resto de los agentes de la economía, es importante que continue fortaleciendo sus capacidades para enfrentar nuevos eventos adversos.

 
Gráfico 7.1: Crecimiento de las colocaciones
(variación real anual, porcentaje)
 
(*) Basado en estados financieros individuales. Cifras a abril en base archivos normativos. Consumo consolidado local incluye colocaciones de Sociedades de Apoyo al Giro. Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 7.2: Holguras de capital bajo escenario de tensión severo (*)
(porcentaje de activos ponderados por riesgo)
 
(*) Exceso de patrimonio efectivo sobre el mínimo regulatorio. Considera los límites particulares de cada banco. A partir del 2021 se consideran las SAG de consumo. Fuente: Banco Central de Chile.
 
 

Las recientes disrupciones en la banca internacional relevan la importancia de contar con un marco de regulación y supervisión robusto, que sea adecuadamente implementado. Destaca que el marco vigente, para la industria bancaria chilena en su conjunto, tiene plenamente activos los componentes más relevantes de Basilea III tanto para liquidez como solvencia. La implementación de este nuevo esquema se inició en 2020 y se encontrará finalizado en 2025. La CMF y el Banco mantienen una estrecha coordinación para realizar pruebas de tensión al sistema bancario. Asimismo, estas instituciones cuentan con un conjunto amplio de herramientas y atribuciones legales para prevenir y enfrentar situaciones críticas.

La agenda de regulación incorpora nuevas iniciativas tendientes a fortalecer el sistema financiero chileno. En lo que se refiere a las atribuciones del Banco Central, esta considera elementos que permitirán habilitar esquemas de securitización retenida, contribuyendo a ampliar la disponibilidad de instrumentos financieros de alta calidad. También actualizar la regulación para operadores o adquirentes de tarjetas de pago, incorporando la posibilidad de desarrollar nuevos modelos de negocio. En paralelo, continúa la implementación de iniciativas ya emitidas, referentes a nuevas infraestructuras de mercado y modernización cambiaria. En materia legislativa, destaca el avance del proyecto de ley que fortalece la resiliencia del sistema financiero –recientemente ingresado al Congreso– que complementa el conjunto de herramientas para enfrentar episodios de tensión. Asimismo, se aprobó en primer trámite el proyecto de ley de deuda consolidada, que mejorará la gestión de riesgo de crédito de los intermediarios financieros y la capacidad de monitoreo de las autoridades financieras. Además, la CMF y el Banco Central, en coordinación con el Ministerio de Hacienda, están elaborando una propuesta para perfeccionar el marco de resolución bancaria. Por último, se espera que en el corto plazo se reactive la discusión sobre la adopción de un esquema de capital y supervisión basado en riesgos para la industria de seguros, sector que juega un rol clave en la economía local.

PRINCIPALES RIESGOS

Un empeoramiento del escenario macrofinanciero global podría generar episodios de alta volatilidad, reducir la liquidez y gatillar salidas de capitales desde emergentes, deteriorando aún más las condiciones financieras. En los países desarrollados, persiste la incertidumbre en torno a la magnitud y extensión de vulnerabilidades latentes en el sector financiero, tanto bancario como no bancario. Un recrudecimiento del escenario, además de elevar la volatilidad y premios por riesgo, podría gatillar salidas de capitales desde economías emergentes, reduciendo la disponibilidad de financiamiento. Esto se da en un contexto donde los bancos centrales enfrentan elevada persistencia inflacionaria, la cual podría requerir mantener un tono contractivo de política monetaria por más tiempo que lo esperado, hasta que la inflación muestre señales claras de ceder.

A nivel local, es fundamental continuar con el proceso de ajuste de los desequilibrios macroeconómicos acumulados en los últimos años, recomponiendo la capacidad para enfrentar nuevos shocks. En su tránsito por la pandemia, los distintos agentes en la economía chilena hicieron uso de sus ahorros y aumentaron su endeudamiento para enfrentar la mayor crisis de los últimos tiempos. Como se ha destacado en Informes anteriores, es crucial recomponer dichas capacidades, toda vez que permitirán enfrentar de mejor manera potenciales nuevos eventos adversos. Las capacidades para enfrentar nuevos shocks se han ido reconstruyendo a distintas velocidades entre agentes. Destaca el rezago de los hogares, que muestran un significativo deterioro en su posición financiera. Hacia adelante es fundamental priorizar iniciativas que fomenten el ahorro. Además, se deben evitar medidas que afecten el normal funcionamiento del sistema financiero, que eleven la incertidumbre y el costo de financiamiento, o que reduzcan su capacidad para amortiguar shocks negativos.

En la Reunión de Política Financiera del primer semestre de 2023, el Consejo del Banco Central de Chile acordó activar el Requerimiento de Capital Contracíclico (RCC) para la banca por una magnitud de 0,5% de los activos ponderados por riesgo, con plazo de un año para su implementación. El RCC es un requerimiento de carácter macroprudencial cuyo objetivo es aumentar la resiliencia de la economía frente a escenarios de estrés severos, producto de riesgos de carácter sistémico. El requerimiento consiste en la acumulación de un colchón de capital para que esté disponible frente a escenarios de estrés severos. El Consejo ha activado el RCC como una medida precautoria ante la mayor incertidumbre externa (Capítulo I). No obstante que el escenario macroeconómico ha evolucionado en línea con lo previsto, ha aumentado el riesgo de ocurrencia de un shock externo severo. Aunque su probabilidad es baja, su impacto negativo en la economía sería significativo. En dicha circunstancia, la liberación del RCC previamente constituido ayudará a mitigar los impactos respecto de la evolución del crédito a hogares y empresas (Capítulo II). El Consejo estima que, considerando el actual nivel de capitalización, las holguras disponibles de la banca (Capítulo III), el nivel de cargo de RCC y el plazo definido para enterarlo, su activación tendrá efectos acotados y transitorios en la evolución del crédito (Capítulo IV). Además, la implementación del RCC se enmarca en un contexto donde es necesario que todos los actores de la economía sigan recomponiendo sus capacidades para enfrentar posibles eventos adversos. La definición del nivel y plazo del RCC cuenta con el informe previo favorable de la Comisión para el Mercado Financiero.