Resumen IPoM Marzo 2025





La inflación ha evolucionado en línea con lo proyectado en el IPoM de diciembre; no obstante, continúa en niveles altos y con riesgos relevantes sobre su evolución futura. La actividad ha mostrado un dinamismo mayor al esperado, en buena parte por el impulso de las exportaciones. Por su parte, el panorama internacional se ha vuelto significativamente más incierto debido al recrudecimiento de las tensiones geopolíticas, en especial en el ámbito comercial. Esto ha aumentado las dudas en torno al crecimiento mundial, en particular en Estados Unidos, llevando a un desacople en los mercados financieros de esa economía respecto del resto del mundo y a una importante depreciación del dólar. A la espera de mayores antecedentes, se estima que los impactos del deterioro de la situación externa en la economía chilena serán acotados. Sin embargo, la incertidumbre se ha incrementado de forma considerable. En lo inmediato, la economía local seguirá reflejando los efectos del mayor punto de partida de los últimos meses, que se suma a una evolución más positiva de algunos fundamentos del gasto. Para este año, el rango de crecimiento sube a 1,75-2,75% y se mantiene entre 1,5 y 2,5% para 2026. Respecto de la inflación, se sigue proyectando que convergerá a 3% a inicios de 2026, una vez que los efectos base del alza de costos queden atrás. El Consejo evaluará los próximos movimientos de la Tasa de Política Monetaria (TPM) teniendo presente la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la convergencia inflacionaria.

La inflación ha evolucionado en línea a lo estimado, alcanzando 4,7% anual en febrero (4,2% en noviembre). No obstante, se mantiene en niveles elevados. Destaca la influencia del componente volátil de energía en este resultado. Esto incluye el reajuste previsto de las tarifas de electricidad y mayores registros para los ítems de combustibles, dada la depreciación del peso y el alza de los precios externos de esos productos en meses previos. La inflación subyacente (sin volátiles) ha evolucionado algo por debajo de lo esperado, aunque permanece en torno a 4% anual (gráfico 1).

 

 

Los datos de cierre de 2024 e inicios de 2025 evidencian una economía más dinámica que lo previsto. El PIB creció 2,6% el año pasado, por sobre lo proyectado en el IPoM previo (2,3%). Resaltó el impulso de varios sectores ligados a las exportaciones, principalmente el rubro agropecuario y el comercio mayorista — en especial por la producción y envíos de cerezas durante esta temporada—, la evolución más positiva de la industria alimentaria y el empuje por la mayor llegada de turistas extranjeros en el comercio minorista y algunos servicios. Todo esto ha apuntalado el desempeño de los envíos al exterior y de la cuenta corriente, la que en 2024 registró un déficit de 1,5% del PIB (gráfico 2).

 

 

Tal como se esperaba, tanto el consumo privado como la formación bruta de capital fijo (FBCF) se expandieron en la última parte de 2024, de la mano de una mejora en varios de sus fundamentos (gráfico 3).

 

 

Las expectativas de empresas y hogares han repuntado. El mercado laboral sigue dando cuenta de holguras acotadas, en un contexto en que distintas fuentes muestran un aumento del empleo en el margen y el crecimiento anual de los salarios reales continúa por encima del promedio de la última década. A su vez, el último catastro de la Corporación de Bienes de Capital (CBC) reforzó las perspectivas de mayores montos de inversión en grandes proyectos para el corto plazo. De todos modos, persiste una diferencia importante en el dinamismo de la inversión entre el sector minero y el resto de la economía (gráfico 4).

 

 

El panorama externo se ha vuelto más complejo, con un alza significativa de la incertidumbre. Las principales noticias se relacionan con el recrudecimiento de las tensiones geopolíticas. El anuncio de aranceles por parte de Estados Unidos y la respuesta de los países afectados han dominado la agenda. El desarrollo de los conflictos militares también ha sido un foco de atención importante (gráfico 5).

 

 

La preocupación por el crecimiento global ha aumentado, sobre todo en Estados Unidos, donde además la inflación de servicios continúa mostrando persistencia. Si bien los datos de fines de 2024 e inicios de 2025 mantienen las tendencias de trimestres previos en esa economía, los agentes han reducido sus proyecciones de crecimiento (gráfico 6).

 

 

En tanto, las expectativas de inflación han subido, en línea con los mayores costos que traería la guerra comercial. Esta combinación de menor crecimiento y mayores presiones inflacionarias configura un panorama complejo para la Reserva Federal, que en sus últimas reuniones ha mantenido la tasa de fondos federales (gráfico 7).

 

 

La percepción de riesgo ha subido en los mercados financieros globales, aunque con patrones marcadamente distintos respecto de años recientes (Recuadro I.1). Parte de esto se debe a que las repercusiones económicas de las medidas arancelarias se estiman, por ahora, más relevantes en Estados Unidos que en otras economías. Así, en la primera, las dudas sobre su crecimiento futuro y la preferencia por activos seguros han dado paso a una caída bursátil y una reducción de las tasas de largo plazo. En otras economías, las reacciones han sido variadas. En Europa, se observa un incremento de las tasas largas y las bolsas. En China, el rendimiento bursátil también ha aumentado de forma significativa. Todo esto, en medio de perspectivas de mayor gasto fiscal. Estos desarrollos han provocado un debilitamiento global del dólar (gráfico 8).

 

 

En el mercado financiero local, destaca el fortalecimiento del peso y el positivo desempeño de la bolsa. Al cierre estadístico de este IPoM, la paridad peso/dólar había disminuido algo más de 4% respecto del cierre estadístico anterior, si bien en el intertanto tuvo un incremento relevante que la ubicó sobre los $1.000 durante varios días de enero. Además del comportamiento del dólar global, esto se ha visto afectado por el alza del precio del cobre y los cambios en las perspectivas de política monetaria local e internacional. A su vez, el IPSA ha alcanzado niveles históricos, acumulando ganancias de algo más de 10% respecto del cierre de 2024.

 

Proyecciones

 

Las proyecciones para la actividad y la demanda se corrigen moderadamente al alza respecto del IPoM de diciembre. El rango de crecimiento previsto para este año se eleva a 1,75-2,75%. Para 2026 y 2027, se sitúa entre 1,5 y 2,5%, todas cifras en torno al crecimiento tendencial de mediano plazo de la economía chilena (gráfico 9).

 

 

Esta proyección considera que el mayor impulso de meses recientes —especialmente en sectores exportadores— deja un punto de partida más alto para el corto plazo. Se suma la mejora de algunos de los ya mencionados fundamentos del gasto interno, como las expectativas de consumidores y empresas y el catastro de la CBC.

Por otro lado, se estima que el deterioro del escenario externo tendrá efectos acotados en la actividad local, más centrados en el mediano plazo. En el escenario central, el crecimiento esperado de los socios comerciales de Chile se reduce, especialmente para 2026. La mayor corrección se verifica en Estados Unidos, lo que afecta la expansión prevista de las exportaciones chilenas hacia ese año. Para 2025, el ajuste es menor debido al punto de partida más alto que dejó el dato de actividad de China al cierre de 2024 (gráfico 10). Sin embargo, de concretarse los escenarios de riesgo, sus efectos serían mayores, dependiendo de cómo se comporten los canales de transmisión en el ámbito tanto comercial como financiero (Recuadros I.1 y I.2). En todo caso, las dudas en torno a estos escenarios son relevantes. En lo más inmediato, incluso se han visto movimientos favorables de algunas variables, como los términos de intercambio.

 

 

En relación con el IPoM de diciembre, el escenario central contempla tasas de expansión del consumo de los hogares y de la FBCF algo más altas en 2025 y mantiene las estimaciones para 2026. Para el primero, se esperan avances de 2% en ambos años, mientras para la inversión se prevén crecimientos de 3,7 y 2,2%, respectivamente. Las proyecciones para 2027 son de 2 y 2,9% en cada uno de esos componentes del gasto privado (gráfico 11).

 

 

El escenario central considera un gasto fiscal similar al previsto en diciembre. Para 2025, considera la Ley de Presupuestos aprobada, incluyendo el recorte de gastos señalado en el último Informe de Finanzas Públicas. De ahí en adelante, considera los gastos comprometidos que se reportan en el citado Informe.

Para la inflación, se sigue anticipando que convergerá a la meta de 3% a inicios de 2026. Esto supone que, a lo largo del horizonte de proyección, el tipo de cambio real (TCR) se ubicará en torno a los niveles vigentes al cierre estadístico de este IPoM. Se agrega el impacto de la baja reciente de los precios internacionales de los combustibles en el componente volátil. Lo anterior es compensado en parte por perspectivas más altas para la inflación de servicios y una demanda algo mayor.

La inflación anual tendrá una rápida reducción durante el segundo semestre de 2025 e inicios de 2026, considerando las elevadas bases de comparación producto del alza de las tarifas eléctricas y la depreciación del peso en la última parte de 2024. Se prevé que la variación del IPC terminará el primer semestre de este año sobre 4,5% anual, cifra que se reducirá hasta 3,8% en diciembre y que se ubicará en torno a 3% en el primer trimestre de 2026. Desde ahí en adelante, oscilará en torno a la meta. La inflación sin volátiles también se ubicará en torno a 3% a inicios de 2026 (gráfico 12).

 

 

Política monetaria

 

Si bien, en términos generales, el desarrollo del escenario macroeconómico ha sido acorde con lo considerado, el conjunto de antecedentes disponibles apunta a un panorama inflacionario que sigue enfrentando riesgos relevantes, lo que reafirma la necesidad de cautela. Esto considera el alza simultánea de distintas presiones de costos en meses anteriores, en un escenario donde diversas medidas de márgenes dan cuenta de una reducción durante 2024 (Recuadro I.3). En todo caso, algunos factores han cedido en lo reciente, como la mencionada apreciación del peso y la baja de los precios externos de los combustibles. En este panorama, algunos indicadores de expectativas de inflación a dos años plazo siguen por sobre 3%.

En tanto, la configuración de riesgos para la actividad y el gasto interno ha ido cambiando. Escenarios con una evolución menos favorable de algunas fuerzas internas y sus efectos negativos sobre la economía local se han vuelto menos probables. Con todo, el Consejo estará atento a la posibilidad de eventos más disruptivos a nivel internacional y sus impactos económicos y financieros.

El Consejo evaluará los próximos movimientos de la TPM teniendo presente la evolución del escenario macroeconómico y sus implicancias para la convergencia inflacionaria. Además, reafirma su compromiso de conducir la política monetaria con flexibilidad, de manera que la inflación proyectada se ubique en 3% en el horizonte de dos años.

El escenario de sensibilidad del borde superior del corredor de la TPM se relaciona con una inflación que permanece elevada por más tiempo. Ello podría ocurrir en caso de que la persistencia inflacionaria superara los patrones históricos y la demanda interna creciera por sobre lo esperado. Esto promovería un mayor traspaso de costos a precios, considerando además la mencionada compresión de los márgenes de las empresas.

En el borde inferior, podría materializarse un escenario en que se acentuara el impacto negativo de las medidas arancelarias y de la mayor incertidumbre global. No puede descartarse una profundización del conflicto comercial y un impacto mayor a través de los canales financieros. Esto podría mermar las expectativas y el gasto de empresas y hogares, reduciendo de forma importante las presiones inflacionarias en el horizonte de proyección, lo que requeriría implementar bajas más rápidas de la TPM (gráfico 13).

 

 

A la espera de mayores antecedentes, el escenario central de este IPoM considera que los impactos de los cambios en el panorama internacional sobre la economía chilena son aún acotados. Sin embargo, existen escenarios de riesgo en los que esos efectos podrían ser considerablemente mayores. Un cambio relevante respecto de situaciones previas es que eventos con consecuencias significativamente negativas en la economía mundial y en Chile han elevado su probabilidad de ocurrencia. Los efectos serían particularmente perjudiciales si se combina un escenario de mayores tensiones comerciales con disrupciones más significativas en el marco de las alianzas políticas que han caracterizado a los países desarrollados desde la Segunda Guerra Mundial, elevando la probabilidad de conflictos militares. Se añaden las repercusiones más severas en el plano financiero de episodios como esos. En situaciones de este tipo, la política monetaria debería hacer ajustes significativos para apoyar la convergencia de la inflación a la meta.