Resumen IPoM diciembre 2020





 

El escenario económico local e internacional sigue determinado por la evolución de la movilidad de las personas y su relación con la pandemia. En Chile, pese a que los contagios han disminuido y la movilidad ha aumentado respecto de mediados de año, las mejoras de la actividad han sido más lentas que lo previsto en septiembre. Esto ha resultado especialmente relevante para los sectores más afectados por el distanciamiento social, como la construcción y buena parte de los servicios. El retiro de ahorros previsionales ha generado aumentos transitorios en el consumo, especialmente de bienes importados, que han impactado positivamente en sectores como el comercio, pero también han presionado los precios de los productos más demandados.

La inversión, más allá de la reactivación de proyectos públicos y privados, se está viendo afectada por la situación financiera de las empresas y la persistente incertidumbre. El mercado laboral ha mostrado alguna recuperación, con un aumento del empleo respecto de mediados de año. El recién anunciado retroceso de la Región Metropolitana a la etapa 2 del plan “paso a paso” puede retrasar en algo el proceso de recuperación de la economía, pero también puede reducir el riesgo de acciones más drásticas a futuro.

En lo venidero, el escenario central prevé que la economía seguirá mejorando, que las restricciones a la movilidad no retornarán a niveles como los de mediados del 2020 y que continuará el impulso fiscal y monetario. Aun así, el desgaste generado por la profunda caída de la actividad, y el necesario uso de las holguras públicas y privadas para superar la emergencia, incrementa la vulnerabilidad a escenarios de riesgo y plantea desafíos significativos para recuperar tasas de crecimiento cercanas a la tendencial.

La actividad global ha seguido recuperándose del shock causado por la pandemia, en un contexto en que la movilidad ha aumentado y continúa el combate contra la enfermedad. Luego de caer ante los rebrotes de los contagios en EE.UU. y Europa, los mercados financieros internacionales han tenido una importante recuperación, reaccionando a las noticias sobre el desarrollo de vacunas. 

Las cifras de actividad, empleo e ingresos superaron las expectativas en un número importante de países, aunque continúan viéndose grandes diferencias entre sectores, contrastando el comercio de bienes transables con el de servicios. China ha liderado la recuperación, con varios indicadores que ya igualan o superan sus niveles previos a la pandemia.

Esto ha contribuido al dinamismo del comercio internacional de bienes, que ha sido más resiliente de lo esperado (Recuadro I.2) y ha afectado positivamente a variables como el precio del cobre, consolidándolo por sobre los US$3 la libra. Aun cuando lo peor de la crisis económica vaya quedando atrás y la realidad de una vacuna tome forma, el apoyo fiscal y monetario seguirá siendo necesario para asegurar un desenlace menos gravoso para el sistema productivo y sectores amplios de la población.

Chile ha seguido las tendencias globales en cuanto a la evolución de la movilidad y el desempeño de la economía. Respecto de mediados de año, una fracción significativa del país salió de las etapas de mayor confinamiento, dando paso a un aumento de la movilidad y la reapertura de varias actividades económicas.

Sin embargo, las restricciones sanitarias que aún persisten hacen que sectores como los servicios y la construcción continúen muy afectados, retrasando la recuperación. En contraste, la industria manufacturera ya alcanzó sus niveles de actividad previos a la pandemia y el comercio incluso los superó.

El consumo ha estado fuertemente impulsado por el retiro de ahorros previsionales, con ventas que registraron máximos históricos en líneas como el equipamiento para el hogar, vestuario y calzado y materiales de construcción. Entre las regiones del país también hay diferencias, principalmente por la temporalidad de las cuarentenas.

El fuerte impulso al consumo de bienes durables llevó a que se redujeran de modo importante los inventarios en algunas líneas de productos, presionando sus precios. Esto, en un contexto en que las importaciones han tenido significativas caídas a lo largo del 2020. En el Informe de Percepciones de Negocios de noviembre, las empresas informaron de dificultades para abastecer la mayor demanda, en parte por los menores inventarios previstos para este año, algunas restricciones logísticas y la incertidumbre para programar sus órdenes de compra e importaciones y/o anticipar mayores ventas. Todo esto ayudó a explicar las variaciones mensuales elevadas y sorpresivas que registró el IPC en septiembre y octubre, que fueron parcialmente compensadas en noviembre (Recuadro IV.1).

El escenario central considera que, en lo inmediato, el consumo seguirá impulsado por el retiro de ahorros previsionales, aunque el impacto del segundo retiro se estima menor al del primero. En parte, esto responde a que la caída de ingresos provocada por la pandemia ya habría sido más que compensada por las medidas previas, y porque los recursos que podrían retirarse se concentran en los quintiles de ingresos más altos —que tienen menos incentivos a utilizarlos para consumo (Recuadro III.1). Combinando el efecto de la recuperación de los ingresos del trabajo, las transferencias gubernamentales y el retiro de ahorros previsionales, el consumo privado aumentará en torno a 11% el 2021, después de retroceder cerca de 7% en el 2020.

La mayor movilidad y la disparidad sectorial de la recuperación económica también se ha reflejado en el mercado laboral. Los últimos datos muestran que se ha recuperado cerca de un tercio de los puestos de trabajo perdidos durante la pandemia. El aumento del empleo ha sido más lento en los servicios, más intensivos en trabajo. Destaca que el incremento del empleo ha beneficiado significativamente menos a las mujeres. De hecho, en el último año, la tasa de participación femenina ha caído cerca de 9 puntos porcentuales, citando las mujeres como causal principal las responsabilidades familiares.

La inversión ha tenido una leve mejoría en lo más reciente, favorecida por la gradual reanudación de obras y faenas, aunque permanece más rezagada que lo anticipado. Tras caer 13% este año, para el 2021 se proyecta que la formación bruta de capital fijo aumente 7,3%. Esta proyección se encuentra sujeta a grados de incertidumbre más elevados que lo usual.

Las encuestas de perspectivas, catastros, la evolución del precio del cobre y de los activos financieros dan cuenta de antecedentes mixtos. Además, la situación financiera de las empresas, afectada por caídas de utilidades y mayor endeudamiento, podría limitar la capacidad de emprender nuevos proyectos. Se suma el aún elevado nivel de incertidumbre sobre la evolución de la situación sanitaria, el ritmo de crecimiento y su composición, así como los temores por la reaparición de episodios de violencia como los de fines del 2019.

En suma, la economía ha mejorado tras la fuerte contracción del segundo trimestre, y las medidas de apoyo a los hogares y al crédito han logrado limitar la amenaza que se cernía para el bienestar de la población y la solvencia de las empresas. Sin embargo, la prolongación de las restricciones sanitarias, la lenta recuperación de los rubros más afectados y las huellas que deja la crisis, han incidido negativamente en el dinamismo de la recuperación, afectando no solo a la demanda agregada, sino que también a la capacidad de respuesta de la oferta. Como resultado, la caída de la actividad este año será mayor que la prevista en septiembre.

La actividad continuará una gradual senda de recuperación en los próximos trimestres, y se sigue proyectando que solo hacia el 2022 retornará a los niveles de septiembre del 2019. Esto considera que la evolución de la pandemia permitirá mantener niveles de movilidad mayores a los de mediados del 2020, y que durante el 2021 se avanzará en el proceso de vacunación, acorde con lo señalado por el Gobierno.

El retiro de ahorros previsionales tendrá un efecto relevante en el consumo y las actividades ligadas al comercio el próximo año. El estímulo fiscal seguirá siendo positivo, acorde con el presupuesto aprobado. La economía recibirá un impulso externo algo mayor a lo previsto, con socios comerciales que en promedio crecerán 4,9% en el 2021-2022, y un precio del cobre que promediará US$3,15 la libra en ese lapso.

Con esto, se proyecta que tras caer entre 6,25 y 5,75% este año, la economía chilena crecerá entre 5,5 y 6,5% el 2021 y entre 3 y 4% el 2022.

El impulso al consumo de bienes transables por el retiro de ahorros previsionales provocó el alza de algunos precios en los últimos meses, llevando la inflación por sobre lo esperado.

Sin embargo, estos aumentos de precios difícilmente repercutirán sobre la inflación a mediano plazo, dada la amplia brecha de actividad abierta por la pandemia. En efecto, la devolución en noviembre de varios de los incrementos de meses previos confirma el carácter volátil y transitorio de estas sorpresas. Se anticipa que la inflación anual fluctuará en torno a 3% por varios trimestres, consolidándose su convergencia a la meta durante el 2022. Este escenario asume que la reposición de stocks eventualmente normalizará la oferta de bienes y que la gradual reapertura de la economía aumentará la oferta de servicios.

El Consejo reitera que mantendrá un elevado impulso monetario por un período prolongado de tiempo, de modo de asegurar la consolidación de la recuperación económica y el cumplimiento de sus objetivos. En particular, prevé que la TPM seguirá en su nivel mínimo durante gran parte del horizonte de política monetaria de dos años.

Las medidas no convencionales continuarán en aplicación. Esto considera que el stock total de bonos bancarios adquiridos en virtud de distintos programas —alrededor de US$8 mil millones— se mantendrá por los próximos seis meses, reinvirtiendo los cupones que vayan venciendo. Esto excluye las compras realizadas bajo el programa CC-VP. En relación con la FCIC, el Consejo decidió no introducir cambios en el total de recursos disponibles y las condiciones para su utilización. No obstante, evaluará su posible extensión y cambios en los parámetros de acceso que faciliten su uso para responder a las necesidades de la economía en esta etapa.

El escenario macroeconómico sigue mostrando más incertidumbre que lo usual, con proyecciones muy condicionadas a la evolución de la pandemia y a sus efectos en los ingresos de empresas y personas.

El riesgo de un aumento significativo de los contagios sigue plenamente vigente, y podría tener efectos económicos relevantes si se deben reimponer medidas sanitarias más restrictivas. De concretarse un escenario como este, sería necesario evaluar acciones que aumenten el impulso monetario. A mediano plazo, sin embargo, la severidad de este escenario es menor dados los avances en el desarrollo de vacunas (Recuadro I.1).

De hecho, si el proceso de vacunación se adelanta, la inmunidad de grupo podría alcanzarse más pronto en el país, lo que permitiría eliminar algunas restricciones de oferta, con lo que las expectativas y la demanda tendrían una recuperación más rápida y robusta. En la medida que el factor dominante en estos escenarios sea la recuperación de la oferta, es posible que la trayectoria de política monetaria no se vea mayormente alterada respecto del escenario central.

Por otro lado, si se da un escenario en que la debilidad de la inversión es más persistente de lo anticipado, ya sea por los factores de incertidumbre y/o por las secuelas de la pandemia, la menor demanda podría reducir las presiones de mediano plazo sobre la inflación. Esto daría lugar a una TPM que se mantendría en su mínimo técnico por más tiempo, incluyendo la posibilidad de profundizar el uso de medidas no convencionales.

Aunque los riesgos sanitarios parecen más equilibrados, en particular en el mediano plazo, las secuelas de la crisis sugieren un panorama económico con riesgos balanceados para la inflación, pero sesgados a la baja para la actividad.

La economía transita por un proceso de recuperación que enfrenta tanto los desafíos de la evolución de la pandemia como de la situación política tras la crisis social iniciada hace poco más de un año.

El escenario central asume que esta última seguirá la vía institucional aprobada por el Congreso. Debe considerarse que el gobierno, las empresas, los hogares y las instituciones financieras han sobrellevado las presiones de los últimos quince meses usando extensamente las holguras acumuladas en años anteriores, lo que ha deteriorado su posición patrimonial.

Esto, como se ha señalado en Informes previos, aumenta la vulnerabilidad ante la materialización de escenarios negativos, los que podrían comprometer de forma significativa la recuperación de la economía y tener consecuencias severas sobre el bienestar de las familias y la viabilidad de muchas empresas.

La política monetaria seguirá apoyando la recuperación económica con condiciones financieras adecuadas para hogares y empresas, manteniendo la inflación bajo control y preservando la estabilidad financiera.