Resumen IEF segundo semestre 2022





Un empeoramiento del escenario internacional se ha convertido en la principal fuente de riesgos para la estabilidad financiera global. Durante los últimos meses se ha observado un aumento importante de la aversión al riesgo en los mercados mundiales, en medio de ajustes de las políticas monetarias, la evolución de la guerra entre Ucrania y Rusia, la mayor debilidad de la economía china y ciertas tensiones financieras en Europa. Así, han aumentado los riesgos de que se produzcan episodios de corrección abrupta de precios de activos y salidas de capitales, especialmente desde economías emergentes. El mercado financiero chileno se ha visto afectado por las tendencias globales, donde resalta la mayor volatilidad del peso y las tasas de interés de largo plazo respecto de su comportamiento histórico. Esto es reflejo de un mercado de capitales menos profundo, lo que reduce la capacidad de la economía para acomodar presiones financieras externas. La evaluación de la situación financiera de hogares, empresas y banca apunta a que no existirían fuentes de vulnerabilidad sistémicas, aunque resaltan algunos focos de preocupación en hogares de menores ingresos y en empresas de los sectores inmobiliario y de la construcción. La banca se encuentra resiliente, aunque enfrenta desafíos de un entorno económico y condiciones de financiamiento más deterioradas. Un mercado de capitales profundo es fundamental para apoyar el desarrollo económico y el bienestar de las personas. Es crucial priorizar iniciativas que contribuyan a fortalecer el funcionamiento del sistema financiero y evitar aquellas que lo pudieran dañar.

SITUACIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO

El escenario macroeconómico externo ha evolucionado negativamente en los últimos meses, convirtiéndose en la principal fuente de riesgo para la estabilidad financiera global. El fuerte aumento de la inflación —a lo que ha contribuido el reciente recrudecimiento del conflicto entre Rusia y Ucrania— ha requerido una respuesta de los bancos centrales, que han debido elevar sus tasas de política monetaria en forma considerable (Grafico 1). Así, se han estrechado las condiciones financieras y la liquidez, aumentando la probabilidad de un escenario de recesión global en 2023 (Grafico 2). El endurecimiento del tono y decisiones de la Fed —y la incierta trayectoria futura de su política— han propiciado un ciclo de fortalecimiento global del dólar e incrementado la sensibilidad de los mercados financieros ante nuevos desarrollos.

El fuerte aumento de la inflación ha requerido una respuesta de los bancos centrales, que han debido elevar sus tasas de política monetaria.
Gráfico 1: Tasas de Política Monetaria
(porcentaje)
 
Fuente: Banco Central de Chile.
Las condiciones financieras y la liquidez se han estrechado, aumentando la probabilidad de un escenario de recesión global en 2023.
Gráfico 2: Probabilidad de recesión en 12 meses, países desarrollados
(porcentaje)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a información de Bloomberg.
Incluye a EE.UU., Reino Unido, Alemania, Francia y Japón. Calculada como el promedio de las respuestas de las encuestas para estos países ponderado a PPC.

En este contexto, se ha reducido el apetito por riesgo, afectando el precio de los activos y aumentado la volatilidad de los mercados financieros globales. Desde el cierre del Informe anterior —inicios de mayo— los premios por riesgo medidos por el CDS han subido transversalmente, en torno a 50pb tanto para América Latina como Chile. Desde comienzos de año, la volatilidad implícita en opciones, tanto en el mercado de acciones como de bonos en EE.UU., aumentó 8 y 80pp respectivamente (Grafico 3). Esto se ha dado en medio de una caída generalizada de los índices accionarios, la que llegó a 7,9% en las economías desarrolladas y 7,5% en las emergentes .

El endurecimiento del tono y decisiones de la Fed han propiciado un ciclo de fortalecimiento global del dólar e incrementado la sensibilidad de los mercados financieros ante nuevos desarrollos.
Gráfico 3: Índices de volatilidad implícita
(porcentaje; índice)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a información de Bloomberg.

El desafiante entorno macroeconómico externo ha presionado diversos mercados y configura un escenario con múltiples focos de riesgo para la estabilidad financiera global. Por una parte, el sector corporativo mundial ha enfrentado un período de significativa alza de costos que ha presionado sus márgenes, lo que se da en medio de un elevado apalancamiento y estrechez de las condiciones financieras. En este sentido, resalta la debilidad del mercado de la vivienda especialmente entre países avanzados. Por otra parte, la preocupación sobre el nivel de endeudamiento ha debilitado los mercados de bonos soberanos, principalmente en las economías emergentes. Se añade la situación del sector inmobiliario chino, cuya debilidad se ha profundizado producto de nuevas restricciones de movilidad, lo cual ha continuado tensionando la posición financiera de las empresas del rubro. Dadas las numerosas interconexiones de ese mercado con el resto de la economía, un mayor deterioro podría afectar a la banca y retroalimentar negativamente al sistema financiero. Finalmente, en las últimas semanas se han observado ciertas tensiones en Europa, un ejemplo de aquello es el fallido plan fiscal del Reino Unido, lo que agregó volatilidad a los mercados y dejó en evidencia la mayor sensibilidad ante la ocurrencia de eventos adversos.

Desde el IEF anterior, los precios financieros locales se ubican en línea con los movimientos globales. Desde inicios de año, el peso se depreció 15%, la bolsa local aumentó 20% y la tasa de interés de largo plazo (BCU10) se incrementó 26pb. Adicionalmente, durante la primera quincena de julio la depreciación del peso se dio con una intensidad y volatilidad inusualmente altas, lo que tensionó la formación de precios del mercado cambiario, aumentando el riesgo de distorsiones en otros mercados. Dado que la persistencia de un escenario como aquel elevaba la probabilidad que se generaran distorsiones significativas en el funcionamiento del mercado financiero, el Consejo anunció un programa de intervención el 14 de julio. Dicho programa finalizó el 30 de septiembre, logrando apoyar el adecuado funcionamiento del mercado cambiario.

Destaca la mayor volatilidad que han mostrado el peso y las tasas de largo plazo ante las tensiones financieras internacionales, la que se ubica por sobre el promedio de economías comparables (Grafico 4). Esto contrasta con lo que ocurría previo al 2019, cuando, en general, Chile se ubicaba en la parte baja de la distribución de volatilidad de las tasas largas. Este comportamiento se da en un entorno donde —tal como ha ocurrido en otras economías emergentes— los inversionistas no residentes han mostrado una mayor sensibilidad a eventos locales, y han reducido su exposición a instrumentos de renta fija.

La mayor volatilidad del tipo de cambio y de las tasas de interés locales se da en un contexto de un mercado de capitales menos profundo, lo que reduce su capacidad de estabilización de presiones externas
Gráfico 4: Volatilidad anualizada cambiaria, economías emergentes
(porcentaje)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a información de Bloomberg.
EME incluye a Brasil, China, Colombia, Hungría, India, Indonesia, Malasia, México, Perú, Polonia, Rusia y Turquía. Desviación estándar anualizada del retorno diario durante cada trimestre.

La mayor volatilidad del tipo de cambio y de las tasas de interés locales se da en un contexto de un mercado de capitales menos profundo, lo que reduce su capacidad de estabilización de presiones externas, y en donde se mantienen niveles de incertidumbre mayores a los niveles históricos (Grafico 5). Si bien el mercado de capitales no ha seguido deteriorándose, la liquidación de ahorros de largo plazo ya realizada, el debilitamiento del entorno macroeconómico y la mayor incertidumbre, han incidido en el perfil de inversión de diversos agentes y en el dinamismo del mercado financiero. Ello se ha reflejado en una reducción de las emisiones de instrumentos, de los montos transados, de la duración y liquidez de los portafolios de inversionistas institucionales y de su participación en el mercado de derivados cambiarios (Grafico 6).

Se mantienen niveles de incertidumbre mayores a los niveles históricos.
Gráfico 5: Incertidumbre económica y política
(índice, 1 enero 2012=100)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a Sagner y Becerra (2020)
Si bien el mercado de capitales no ha seguido deteriorándose, la liquidación de ahorros de largo plazo ya realizada, el debilitamiento del entorno macroeconómico y la mayor incertidumbre, han incidido en el perfil de inversión de diversos agentes y en el dinamismo del mercado financiero.
Gráfico 6: Emisiones de bonos bancarios y corporativos
(índice; mar.19=100)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a información de la BCS, DCV y RiskAmerica.

La economía chilena continúa en una fase de normalización de los desbalances acumulados en 2021. Se han moderado las salidas de capitales de residentes, pasando de flujos acumulados anuales de más de US$15 mil millones en septiembre de 2021, a alrededor de US$5 mil millones en el mismo mes de este año. En tanto, se han comenzado a reducir las brechas de actividad acumuladas en años anteriores y se ha observado un esfuerzo relevante de ajuste fiscal. Todo esto configura un escenario donde, acorde con las proyecciones del escenario central del IPoM de septiembre, hacia 2024 la economía retomaría tasas de expansión acordes con su potencial. Todo esto contribuye a recobrar el equilibrio macroeconómico necesario para acomodar de mejor manera los diversos shocks.

Las empresas exhiben una situación financiera estable a nivel agregado, con impago moderado y focos de vulnerabilidad que se concentran en los grupos más afectados por la pandemia y sus secuelas. Si bien, los niveles de rentabilidad y ventas de las empresas se recuperaron desde la pandemia, la menor actividad derivada del ciclo económico, aumentos de costos de producción y de financiamiento, han estrechado sus márgenes. Al segundo trimestre de 2022, el endeudamiento agregado de las empresas alcanzó 119% del PIB, similar a lo registrado a fines del año previo y menor al máximo alcanzado hacia el inicio de la pandemia.

En general, no se observan problemas de descalce cambiario lo que contribuye a atenuar el impacto de la depreciación del peso en el resultado de las empresas. No obstante, existen focos de vulnerabilidad en empresas de menor tamaño, donde se registran aumentos de la morosidad entre aquellas más pequeñas que reprogramaron deudas durante el momento más complejo de la pandemia y —en menor medida— entre aquellas que accedieron a las facilidades especiales de crédito. Por sectores, destaca el deterioro de la situación financiera en el rubro inmobiliario y de la construcción.

Las dificultades financieras de los sectores inmobiliario y de la construcción han conllevado una especial preocupación en esta coyuntura. Estas empresas han experimentado aumentos relevantes de costos, lo que sumado a una menor actividad ha comprimido sus márgenes y deteriorado su capacidad de pago. El sector inmobiliario residencial enfrenta una significativa reducción en el dinamismo de sus ventas, coherente con condiciones de financiamiento más restrictivas y debilidad de la demanda. Así, se observó una caída de 52% anual en las ventas de viviendas nuevas al tercer trimestre de este año, con precios que también han descendido en lo más reciente. El segmento no residencial continúa en un proceso de rebalanceo entre distintas clases de activos, producto de cambios estructurales en las preferencias por teletrabajo y comercio electrónico. En este contexto, se han producido episodios de insolvencia y reorganización de empresas del sector. Cabe notar que las medidas prudenciales que se han construido a lo largo de los años, junto a un otorgamiento prudente de créditos, han permitido a la banca acomodar de manera apropiada la incubación de riesgos.

Los hogares también enfrentan un escenario económico más desafiante, ante el aumento de los costos de financiamiento, la ralentización de la creación de empleo y los menores salarios reales. Si bien la morosidad se ha mantenido baja, se aprecia un alza en las tasas de impago de consumo y mayor uso de créditos rotativos. En este entorno, su situación financiera muestra alta heterogeneidad. Los hogares de menores ingresos han ido reduciendo su disponibilidad de liquidez, recurriendo al endeudamiento a través de tarjetas. La mayor exposición a estos créditos de menor plazo aumenta la sensibilidad de los deudores frente a cambios en las tasas de interés que impactan su carga financiera. Si bien, el impago permanece bajo su promedio histórico, la morosidad continúa aumentando en la cartera de consumo, lo que ha sido más pronunciado entre deudores de menores ingresos.

El sector bancario se presenta resiliente, con riesgos contenidos y elevados niveles de provisiones, liquidez, capital y rentabilidad. Las colocaciones han reducido su dinamismo, lo que es coherente con el proceso de normalización de los desequilibrios, condiciones de oferta más restrictivas y una demanda debilitada —según recoge la Encuesta de Crédito Bancario del tercer trimestre (Grafico 8). Si bien la morosidad ha aumentado algo, sigue en niveles bajos (Grafico 7). Los bancos se han ido preparando ante un potencial mayor deterioro de la cartera de crédito, aumentando sus provisiones—específicas y adicionales. El descalce de monedas es acotado y, junto con niveles adecuados de liquidez, le han permitido a la banca sobrellevar el incremento de la volatilidad cambiaria y de tasas de interés. Las utilidades aumentaron de manera importante en el último año. Esto es producto —entre otros factores— del incremento en el margen de reajustes y la mayor eficiencia operacional, los que han compensado el menor margen de intereses. Las pruebas de estrés muestran que los bancos permanecerían solventes y con liquidez adecuada para enfrentar la materialización de escenarios de tensión severos (Grafico 9).

Las colocaciones han reducido su dinamismo, lo que es coherente con el proceso de normalización de los desequilibrios, condiciones de oferta más restrictivas y una demanda debilitada
Gráfico 8: Crecimiento de las colocaciones
(variación real anual, porcentaje)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a información de CMF.
Los bancos se han ido preparando ante un potencial mayor deterioro de la cartera de crédito, aumentando sus provisiones.
Gráfico 7: Mora de 90 días o más por cartera
(porcentaje)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a información de CMF
Las pruebas de estrés muestran que los bancos permanecerían solventes y con liquidez adecuada para enfrentar la materialización de escenarios de tensión severos.
Gráfico 9: Holguras de capital bajo escenario de estrés severo
(porcentaje de los activos ponderados por riesgo)
 
Fuente: Banco Central de Chile en base a información de la CMF.

RIESGOS, VULNERABILIDADES Y MITIGADORES

En el plano externo, el principal riesgo financiero para las economías emergentes es que cambios en la percepción de los mercados sobre ajustes de la Fed, o nuevas tensiones, gatillen aumentos en la aversión al riesgo, con la consecuente salida de capitales o episodios de alta volatilidad. Si bien en esta coyuntura las economías desarrolladas también aparecen vulnerables ante el ciclo de fortalecimiento del dólar, nuevos episodios de volatilidad afectarían particularmente a los países emergentes, los cuales —ante el mayor ritmo de endeudamiento reciente— se encuentran más sensibles a un cambio abrupto de las condiciones financieras externas.

Por el lado de la banca internacional, dada la implementación de estándares de capital y liquidez más exigentes, esta aparece con una posición financiera más sólida que en períodos de tensión financiera anteriores. Los eventuales ajustes de portafolio de los bancos internacionales no parecen ser un factor amplificador en esta coyuntura, como si lo fueron durante la Crisis Financiera Global. Sin embargo, hay menos certezas sobre la vulnerabilidad de los agentes no bancarios en los mercados financieros. Destaca el caso de inversionistas institucionales y fondos de inversión global, que podrían ajustar abruptamente sus portafolios —ante cambios bruscos en su situación de liquidez o caídas relevantes de la rentabilidad— exacerbando la volatilidad de los mercados financieros.

En lo interno, la mayor vulnerabilidad proviene de un mercado de capitales menos profundo, lo que ha reducido su papel estabilizador frente a presiones financieras externas. Pese a los avances en la resolución de los desequilibrios acumulados en los últimos años —y la reciente moderación en la pérdida de profundidad del mercado de capitales local—, este continúa con una menor capacidad para proveer financiamiento de largo plazo y requiere de esfuerzos adicionales para restaurar su rol amortiguador de shocks en el sistema financiero. Con el fin de robustecer su posición de liquidez internacional, el Banco Central contrató una línea especial con el Fondo Monetario Internacional por US$18,5 mil millones. Esto permite reforzar la capacidad de la economía para enfrentar shocks externos, al aumentar la disponibilidad precautoria de liquidez en moneda extranjera.

Es particularmente relevante que en esta coyuntura más desafiante se prioricen medidas y políticas orientadas hacia favorecer un ahorro estable de largo plazo. Este tipo de iniciativas contribuirá a recuperar la profundidad del sistema financiero y su capacidad para amortiguar turbulencias externas. A su vez, es crucial evitar medidas que afecten el normal funcionamiento del sistema financiero o pongan en riesgo su capacidad de contribuir al financiamiento de proyectos de largo plazo.

Para los usuarios de crédito el principal riesgo corresponde a una profundización del deterioro de las condiciones financieras y del entorno macroeconómico. En la actual coyuntura, el aumento de los costos de financiamiento, el deterioro de la actividad y los menores ingresos reales, han reducido la capacidad de pago de hogares y empresas. Los escenarios de estrés apuntan a que estos desarrollos darían paso a mayores riesgos de impago en grupos específicos, donde resaltan los hogares de menores ingresos, con mayor exposición a la deuda rotativa, y entre empresas en el sector inmobiliario y el de la construcción. El principal riesgo derivado de esto último es que una profundización de su menor actividad se propague al resto de la economía, a través de sus interconexiones con el sector real y financiero. Con todo, en un contexto de mayor volatilidad del entorno y teniendo en cuenta que la economía ya se encuentra en un proceso de ajuste, es importante que los usuarios de crédito procuren tener niveles de endeudamiento sostenibles y se mantengan los esfuerzos de consolidación fiscal.

El actual entorno y la evolución futura del escenario macroeconómico presentan varios desafíos para la banca. El dinamismo del crédito se podría ver aún más debilitado durante la fase contractiva de la economía, lo que además vendría acompañado de una reducción en la calidad de la cartera y sus colaterales. Esto, junto a un mayor aumento en los costos de financiamiento, continuaría presionando los márgenes de intermediación de la banca. Asimismo, eventuales disrupciones financieras internacionales podrían dificultar la normal operación de las entidades bancarias al comprometer su posición de liquidez en moneda extranjera. Por otro lado, la mayor incidencia de ciberataques debido al cambio en las tendencias de digitalización alcanzadas durante la pandemia representa un riesgo operacional relevante en esta coyuntura.

Hacia adelante, la convergencia a nuevas exigencias de capital y liquidez por Basilea III continuará fortaleciendo a la banca. En este sentido, sin perjuicio que ésta se encuentre resiliente, sería positivo que reforzara sus niveles de solvencia aprovechando las mayores utilidades alcanzadas durante este año. Asimismo, es preciso que las entidades bancarias vayan acomodando la estructura de su balance para hacer frente al cumplimiento de obligaciones adquiridas durante la pandemia, manteniendo niveles de liquidez apropiados. Estos elementos contribuirán a cubrir apropiadamente las distintas fuentes de riesgo y preservar así la estabilidad financiera y de la oferta de crédito.

La agenda de política financiera del Banco es coherente con los desafíos planteados en el Informe y se orienta a promover un sistema financiero estable, resiliente e inclusivo. El Banco completó la convergencia de su regulación de riesgo de liquidez a estándares internacionales y sigue adelante con el proceso de modernización de su regulación cambiaria. Además, en junio modernizó su regulación sobre cuentas de ahorro para hacer más accesible este producto para los hogares y facilitar su apertura digital. Respecto de la agenda de sistemas de pago, continúa la preocupación del Banco por consolidar un sistema con nuevos actores e inclusivo para los usuarios. Relacionado con el desarrollo de su agenda de pagos digitales e infraestructura financiera, se sigue dando seguimiento a iniciativas de cámaras de compensación de bajo valor y de alto valor en moneda extranjera. Destacan también los avances en iniciativas como la Ley sobre Innovación financiera —conocida como Ley Fintec— que contribuirá a potenciar la competencia e inclusión en esta materia y el proyecto de Ley de Resiliencia del sector financiero.

En la Reunión de Política Financiera del segundo semestre del 2022, el Consejo del Banco Central de Chile acordó no activar el Requerimiento de Capital Contracíclico. Se consideró que, pese a vulnerabilidades focalizadas en algunos sectores y un entorno internacional más complejo, el análisis de riesgo sistémico muestra que la banca posee holguras suficientes para hacer frente a escenarios de tensión severos.